SÉ EL CAMBIO

¿Y tú qué le pides a tu hijo? 

 En alguna ocasión he dejado ver mi opinión sobre las exigencias a los niños, incluso a los adolescentes. Con este post no pretendo ser juez de nadie, ni mucho menos, no quiero que nadie se sienta atacado, sólo tocar las conciencias y ponernos manos a la obra desde nosotros mismos.

“Sé el cambio que quieres ver en el mundo” y mucho más si queremos ver un cambio dentro de “nuestro pequeño mundo”, nuestro hogar. Muchas veces nos encontramos con padres super preocupados por darle la mejor educación y valores a sus hijos, les apuntan a actividades que les pueden enriquecer, les dicen como deben comportarse y tratar a los demás, les quieren, les protegen y les dan todo lo que está en su mano. “Quiero que mi hijo respete, sea una persona de bien, que gestione sus emociones, solidario, amante de la naturaleza…” y entonces me surge una duda… ¿Tú has logrado ser así? Genial! Enséñale como se hace con tu día a día, ¿a ti te encantaría ser así pero no lo eres? Bien, entonces empieza primero por ti, cuando seas capaz de entender y controlar tus emociones, respetar y ser tolerante con los demás, acatar normas y poner tus propios límites, tu hijo/a tendrá mucho más fácil el camino para lograrlo.

No podemos pretender que nuestros hijos/as sean educados cuando nosotros ni siquiera miramos a la cara a una persona que nos da un servicio en un super o una cafetería, no le digas que sea educado, enséñale con tu modelo que tipo de persona quieres que sea en el mundo. 

No pretendas que te respete pidiéndoselo sin respeto, que se calme cuando tu vas a mil por hora, que razone cuando tu única premisa durante años es que obedezca sin cuestionarse lo que se le pide… Trabajemos el modelo y las cosas serán un poco más sencillas.

SIMPLEMENTE, ¡NO TENGO NADA QUE CONTARLES!… O QUIZÁS SÍ

Pues esa ha sido mi sensación durante algún tiempo, no sentía que tuviera nada especial que contarles y de ahí mi “silencio”, aunque quizás es que no encontraba la manera. “En ocasiones confundimos el no saber cómo con el no tener nada”.

Cuántas veces han pensado yo no sé bailar, cantar, dibujar, escuchar, amar, perdonar, hablar, YO NO SE HACERLO… y de repente han transformando esto en NO PUEDO. Han pasado de algo que es circunstancial a algo permanente. Hemos dado un salto brutal en un segundo y sin darnos cuenta estamos limitando nuestra vida, nuestras experiencias… A veces, son pequeñas cosas sin importancia, pero ¿qué pasa cuando no es así? Cuando son límites que nos estancan, que nos impiden evolucionar…

Nos olvidamos de que somos seres en continúo aprendizaje y que lo que no sabemos lo aprendemos, que si hasta ahora no lo hemos hecho quizás sea porque no hemos sabido el CÓMO, y recuerda no es lo mismo.

Entonces me doy cuenta, que me siento a escribir y si tenía algo que contarles, sólo que no había encontrado la forma de cómo hacerlo, y lo único que tuve que hacer es dejar de esperar y empezar hacerlo. ¿Y tú, vas a seguir esperando?

Mª Jesús Carbonell

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Fotógrafo: Jorge González

¿Y SI DEJAS PARA MAÑANA LO QUE PODRÍAS HACER HOY?

Con esta pregunta lanzo mi propuesta. Pasarnos el día sumido en responsabilidades, deberes, tratando de tener todo controlado y perfecto. Y es que desde pequeños nos enseñaron eso de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.

Pues si déjalo para mañana, deja para mañana ese trabajo que llega ya fuera de hora, esa lavadora que te va a quitar 15 minutos de tu programa favorito o de compartir tiempo con las personas que te importan. Esas tareas que no son más que eso, tareas, obligaciones autoimpuestas que tan solo nos limitan y nos ahogan. En su lugar pon prioridades, establece una lista de indispensables (no te olvides de poner entre ellos reír y compartir) y lo demás que se quede para mañana.

Deja para mañana la queja y hoy céntrate en encontrar soluciones. Podemos seguir lamentándonos o invertir esa fuerza y tiempo en que la realidad se parezca un poco más a lo que necesitamos, si es posible. Y cuando no tenga solución dedicar esa energía a disfrutar de lo que sí tenemos.

Aparca la duda y la inseguridad, en su lugar HOY cárgate con tus habilidades, dedica un rato a descubrirlas si no las conoces porque todos las tenemos. Entiende cada destreza no conseguida como una oportunidad para seguir avanzando, aprendiendo.

Siéntate en tu lugar favorito y disfruta simplemente de lo que hay en ese momento, dejando para mañana todo lo que podrías haber hecho hoy pero no quieres hacer.

MªJesús Carbonell

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Fotógrafo: Jorge González

 

 

ESTAMOS CREANDO «MONSTRUOS»

¡Qué salten las alarmas! Es cada vez más común encontrarnos con niños con ausencia total de límites. Padres que creyendo que hacen lo mejor para sus hijos son incapaces de poner normas y hacerlas cumplir.

Actualmente encontramos padres con miedo a que sus hijos lloren, se frustren, se aburran… El pánico a experimentar sensaciones negativas les lleva a ceder ante las exigencias, a consentir y en muchas ocasiones, a ser esclavos de sus hijos. De esta forma están creciendo niños que nunca obtienen un “no” por respuesta. Niños que no saben lo que es esperar para cubrir una necesidad u obtener algo que se quiere. Niños que no saben fallar y frustrarse por no conseguir un objetivo. ¿Es acaso la vida real así? Trabajamos durante un largo mes para cobrar un sueldo, esperamos en la cola en el “súper” o en un atasco, acatamos órdenes de nuestros jefes, fallamos en muchas ocasiones…  Cogemos aire y lo volvemos a intentar o simplemente aceptamos que no podemos y que tenemos una limitación.

¿Qué flaco favor estamos haciendo entonces a los niños? Les hacemos creer que las cosas vienen dadas, que basta con exigir para obtener. Y si es lo que educamos, es lo que tenemos, esos niños crecen y se convierten en pequeños dictadores carentes de empatía, que exigen sin tener en cuenta al que tienen enfrente. Individualistas que tan solo piensan en su bienestar. Niños destinados a sufrir durante toda su vida adulta porque sus padres no tuvieron el valor de tragar los nudos en la garganta cuando había que dar una negativa, porque sus padres querían ser “chachis” y no ser autoritarios como lo fueron con ellos. Nos olvidamos del término medio, de la discuplina sin caer en la rigidez, de los valores que sólo nosotros podemos transmitir a las generaciones que llegan. De educar con normas y desde el respeto, combinando límites y afectividad al 50-50.

¿Les gusta el deporte? ¿Se imaginan jugar cualquier deporte de equipo sin normas? El futbol, el baloncesto, el vóley… cualquiera de ellos puede ser tremendamente divertido y enriquecedor. Sin embargo, prueben a jugarlo sin normas, pasará de ser un juego divertido a un auténtico caos y sufrimiento para sus jugadores. Esto mismo le sucede a los niños sin unas normas claras, no saben a qué atenerse, no pueden predecir las consecuencias de sus conductas y su día a día se convierte en confusión e inseguridad.

La vida es un “juego colectivo y reglado” al que los niños deben aprender a jugar para disfrutar de ella.

Si hay límites, el niño sabe que hay cosas que están permitidas y otras que no, entiende que dentro de lo cambiante que es el mundo hay ciertas cosas que se mantienen estables. Esa estabilidad les aporta seguridad, fundamental para desarrollarse y evolucionar. Experimentan lo que es una negativa, lo desagradable de sentirse frustrado, la rabia de no poder alcanzar un objetivo. Y así, experimentando y sintiendo, aprenden a gestionarse emocionalmente, porque las emociones no se controlan evitándolas, si no sintiéndolas.

Les invito entonces a reflexionar, ¿En qué punto se encuentran? ¿Qué estilo educativo están llevando a cabo con sus hijos? Obviamente, la tarea del educador es tremendamente complicada, hermosa pero difícil.

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Fotógrafo: Jorge González

 

MINDFULNESS, ESA NUEVA MODA…

¿Has oído hablar de esta práctica? Quizás la “palabreja” te resulte algo extraña, pero si te digo que es un conjunto de ejercicios de meditación que tratan de desarrollar la conciencia plena (vivir en el aquí y el ahora), quizás sepas algo mejor de lo que hablamos.

Observamos un creciente interés por este tipo de prácticas, al igual son una simple moda, porque muchos famosos hablan abiertamente de su hábito de meditar. Sea como fuere, si todas las modas son  así de saludables tendré que declararme fan de las modas.

Muchos se acercan a este mundo por un “despertar espiritual”, este no es el sentido que nos ocupa, para eso están los “Maestros de Meditación”. Yo me centraré en la parte relacionada con la Psicología y en su evidencia científica, lo que conocemos por Mindfulness.

Antes que nada ¿Qué es eso de meditar? Muchas personas creen que meditar es pensar en sus cosas y reflexionar, otras que son ejercicios para relajarse y para no pensar, desactivar el cerebro… La realidad es que la meditación como hábito diario ayuda a vivir de una forma más relajada y consciente, pero no es en sí una relajación. Es más, es lo contrario. Cuando hacemos una relajación disminuimos la actividad cerebral, sin embargo, con la meditación activamos el cerebro.

Entonces, ¿Qué es, es redirigir la atención de forma continua hacia donde nosotros queramos? Es mandar parar al mono loco que tenemos dentro de nuestras cabezas y demostrarnos a nosotros mismos que podemos dominar el pensamiento. Es plantarle cara a nuestro pensamiento y demostrarle, que por mucho que haga de las suyas, está bajo nuestras órdenes, porque somos mucho más que un conjunto de pensamientos y emociones.

Con una práctica continuada de ejercicios de Meditación o Mindfulness, se producen cambios físicos en nuestro cerebro, cambios que han podido ser comprobamos científicamente. Esto supone que las conexiones neuronales que se activan en nuestro cerebro ante determinadas situaciones, y que son las que nos llevan a creer que no tenemos el control, se van debilitando cada vez más y en su lugar aparecen otras. Estas nuevas, nos permiten tomar distancia de nuestras emociones, sensaciones y pensamientos y actuar de forma consciente ante las situaciones que se nos presentan.

Vayamos a lo práctico, imagínate que cada vez que te dan una mala noticia, tiendes a sobresaltarte y empezar a pensar todo lo malo que ha sucedido y que puede suceder. Esto te atrapa de tal forma que no puedes buscar soluciones ni ver más allá, te sumerge en una espiral negativa. Pues no sucede por casualidad, la realidad es que la mala noticia activa un circuito neuronal concreto y hace que esto pase sin siquiera darnos cuenta. Cada vez que esto ocurre, el circuito se hace más fuerte y por tanto, su tendencia a repetirse es mayor “nuestra tendencia a entrar en la espiral negativa crece”, la repetición es su alimento.

Con la meditación aprendemos a observar sin juzgar nuestros pensamientos, a aceptarlos y dejarlos ir, sin dejarnos llevar por las emociones que los acompañan. Esto fortalece circuitos neuronales que son contrarios a los que comentamos y que tenderán a activarse si los trabajamos lo suficiente.

Al repetirlos serán cada vez más fuertes y los circuitos dañinos más débiles no pudiendo activarse de forma automática. Permitiéndonos atender a una noticia negativa y pararnos a buscar soluciones si las tiene o a aceptarla.

“Pero eso de meditar es un rollo, es aburrido y además no tengo tiempo”. Si queremos buscar excusas para no cuidarnos siempre podremos encontrar mil y una. La verdad es que sólo necesitas de 10 minutos al día para poder ver cambios en tu forma de funcionar y que hay muchísimos ejercicios tanto formales* como informales**. Conocerse a uno mismo no puede ser aburrido.

¿Qué dices? ¿Te atreves?

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* La práctica formal supone una dedicación exclusiva al ejercicio de meditación, requiere de un tiempo y espacio determinado.

** La práctica informal es una forma de meditar aprovechando nuestras rutinas y actividades diarias por ejemplo mientras damos un paseo, hacemos deporte, acudimos al trabajo o comemos.

Mª Jesús Carbonell

Todo saldrá bien… Ya, ¡Y una Mierda!

Este post no es un grito al pesimismo, es una llamada de atención a la razón. Es una manera de que por fin la gente despierte y coja las riendas de su vida.

No creo en la buena suerte (algunos pensarán: que negativa ¿Y esta es psicóloga?), pero eso me da la ventaja de NO creer tampoco en la mala suerte (y esto han de reconocer que si mola y mucho), nadie por arte de  magia juega con mi vida, ni tiene poder sobre ella. Creo que hay cosas en nuestras vidas que son controlables y otras que no, que suceden porque sí, ante esto simplemente diferencio y gasto mi energía en lo que puedo controlar, lo otro lo acepto y sigo caminando, respirando… Pero no es mala suerte.

No creo tampoco en el destino, sería estúpido que yo que precisamente acompaño a cambiar el presente de muchas personas, pensara que está ya todo escrito. Se han parado a pensar a qué nos llevaría creer en el destino, para qué serviría levantarse por la mañana, cuidar a los que te rodean, esforzarte en tu trabajo, pelear por una injusticia, llorar o reír… Para qué viviríamos entonces, si hagas lo que hagas tu vida será como tenga que ser. Pienso que creer en ello nos llevaría a ser autómatas, sería la justificación perfecta del que no quiere pelear, del que se acomoda en su sillón a ver la vida pasar.

Por eso te digo ¡Despierta! Todo saldrá bien y lo mejor está por venir ¡Por supuesto! Pero para ello tendrás que levantarte, salir de tu zona de confort, cambiar algunas cosas, conservar otras, esforzarte… las cosas no vienen dadas y no podemos quedarnos toda la vida sentados, esperando…

 

 

Mª Jesús Carbonell

Fotógrafo: Jorge González

Fotógrafo: Jorge González

¿Vivir?

Lanzo esta pregunta, qué es para ti vivir. Veo gente con terror a sentirse triste, agobiado, o cualquier otra emoción llamada negativa, porque si sienten cualquiera de ellas es signo de que no están bien ¿Realmente creen qué es así? Son emociones desagradables, pero son la “lucecita roja” que se activan ante los acontecimientos de la vida. Nuestra vida que está llena de cambios, pérdidas, despedidas, malos entendidos, dificultades… cómo no vamos a sentir emociones desagradables…

Ufff que lío… “¿me dices entonces que estar mal está bien?”. Ciertamente sí, es adaptativo que si nos pasa algo negativo nos sintamos mal. Otra cosa es qué hagamos nosotros con esa emoción, lo perjudicial sería anclarse en ella y convertirla en una forma de vida. Lo adecuado no es no sentir, lo adecuado es gestionar y encontrar el equilibrio.

Entonces defino lo que es para mi vivir, vivir es sentir y experimentar todas y cada una de las emociones y estados de ánimo. Vivir es levantarme una mañana con una sonrisa y al estar duchándome quedarme sin agua, salir de la ducha enfadada, solucionarlo y volver a entrar para poder sentir el placer de una buena ducha mañanera. Es salir de casa y encontrar un atasco con mi impaciencia haciendo de las suyas, es encontrarme con esa amiga que hacía tanto no veía y sentir nostalgia y felicidad por verla bien, es acordarme de esa persona que tanto echo de menos y ponerme melancólica y terminar recordándola con una sonrisa. Es pasar por delante de una cucaracha y sentir asco, y al momento mirar hacia la panadería y dejarme cautivar por el olor a dulces recién hechos. Es sentir miedo al caminar por la oscuridad y valiente al terminar de pasar el tramo de calle por haberlo pasado. Es ir a trabajar y que las cosas no salgan como quiero y sentirme frustrada, es buscar la solución y sentirme posteriormente satisfecha. Es disfrutar con una buena historia, reírme con un chiste y aburrirme con un artículo científico. Vivir es…

Fotógrafo Jorge González

Fotógrafo Jorge González

Déjate de boberías y ponte a estudiar!

Cada vez que oigo a un padre, abuelo, familiar o educador hablar así a un niño no puedo evitar girar la cabeza. Me horroriza pensar que les estamos robando la infancia, no permitiéndoles ser niños, obligándoles a prepararse para ser adultos (o eso creen los adultos)… «Tienes que estudiar para tener un futuro, ya jugarás el fin de semana, cumple tus obligaciones, ¡ay! ahora no tengo tiempo, siéntate, ponte quieto, el inglés te abrirá muchas puertas, estudia para que no te pase como a tu padre/madre» ¿Cuántas veces han escuchado esto?Es más, ¿Cuántas veces lo han dicho ustedes mismos?
Muchos adultos tienden a pensar que la infancia es un momento de preparación para la vida adulta, y en parte no se equivocan, porque es cierto que los niños son esponjas, TODO lo que adquieren en estos años lo usarán a lo largo de su vida. Pero olvidamos un pequeño-gran matiz, la vida no es tu profesión o trabajo, no es tener un estatus o posición … La vida es compartir, disfrutar, perder, ganar, sonreír, llorar, enfadarse, dejar ir, recibir, caerse, levantarse, ambivalencia, cambio, SENTIR…
¡Uf! ¿Y para esto los estamos preparando? Me temo que no, muchos están olvidando que las habilidades sociales y la inteligencia emocional comienzan a desarrollarse desde que nacemos, que los vínculos y formas de relacionarnos que aprendemos de niños son patrones que repetiremos a lo largo de nuestra vida.
Es frecuente encontrarme con padres que solicitan ayuda porque sus hijos son demasiado tímidos, no aceptan negativas, les cuesta asumir límites, tienen dificultades para relacionarse o de comunicación, son herméticos, muy nerviosos, tienen explosiones de agresividad, dificultades para controlarse, etc. Estas dificultades que empiezan siendo pequeñas cosas que pasan desapercibidas, podrían ser corregidas en gran medida mediante el juego, desgraciadamente suelen solicitar ayuda cuando se ha convertido en un problema mayor. Pero ¿qué pasa si no les dejamos jugar?¿si el tiempo es muy limitado y tienen cosas que creemos más importantes que hacer? se convertirán en jóvenes y adultos disfuncionales, teniendo que hacer un esfuerzo extra para sobrevivir emocionalmente en la vida adulta.
Siempre lo digo, el juego es para los niños como un laboratorio, en él aprenden a pelear y a reconciliarse, a frustrarse, a sentir alegría y todas las emociones que existen, a través de él gestionan su mundo y lo entienden. Durante el juego ponen a prueba sus capacidades, se miden, practican y luego las usan en la vida real. Si les quitamos esto, les estamos obligando a saltarse un paso, a tener que enfrentarse directamente a un mundo que están conociendo, sin posibilidad de ensayo-error, muchos no serán capaces de hacerlo.
Obviamente no basta con que un niño juegue (aunque es unan pieza fundamental), el trabajo con los niños debe ser integral, teniendo en cuenta todas las áreas y facetas, el cariño, los límites, la familia, el colegio, el grupo de iguales, grupos de referencia, todos son esenciales para un desarrollo óptimo.
Dando respuesta a esta necesidad que los padres, en ocasiones, no pueden cubrir surgen los grupos de juego. Donde los niños no simplemente juegan, son espacios de compartir con iguales y adultos, donde aprenden a leer sus emociones y a gestionarlas, a relacionarse, a enfrentar miedos y frustrarse entre otras. Es un espacio donde pueden ser niños, donde «todo» vale asumiendo unos límites pensados desde el mundo de los niños, donde la creatividad fluye, donde está permitido equivocarse una y otra vez. Se les aporta a los niños un entorno en el que sentirse seguros para poder experimentar antes de salir al mundo, dirigido siempre por profesionales que respetan la individualidad y explotan al máximo el potencial de cada niño.
Tenemos toda la vida para ser adultos, si exigimos a los pequeños que pasen su infancia preparándose para ser mayores ¿Cuándo serán niños?

Mª Jesús Carbonell

Fotógrafo: Jorge González

Fotógrafo: Jorge González

¿A mi edad?

¿qué entendemos por envejecer?

La vejez es una de las etapas del ciclo vital (infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez). Las tres primeras las solemos asociar a crecimiento , aprendizaje y desarrollo, culminando en la adultez, sin embargo, igualamos la vejez a declive, a la pérdida de salud y facultades. ¿Pero es exactamente así? La realidad es que el ser humano se desarrolla a lo largo de todo el ciclo vital y esto incluye la vejez. Es cierto que el cuerpo va envejeciendo pero se ha demostrado científicamente que cada persona tiene un ritmo de envejecimiento y que no viene determinado exclusivamente por la naturaleza. Esto significa que tenemos el PODER de intervenir en nuestro propio envejecimiento, de envejecer de forma ACTIVA.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) define envejecimiento activo como «proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen» (OMS, 2002).

Personalmente me gusta ver esta etapa como un periodo de GANANCIAS y no de pérdidas, hemos adquirido a lo largo de la vida un sinfín de habilidades y conocimientos que por las obligaciones no hemos podido disfrutar totalmente, es la vejez un momento perfecto de permitirse, de disfrutar de nosotros mismos y nuestro entorno, de continuar creciendo de forma integral.

Fotógrafo Nacho Díaz de Toledo

Fotógrafo Nacho Díaz de Toledo

¿QUÉ podemos hacer para un envejecimiento activo?

Son varios los factores que influyen en este proceso y que están en nuestra mano:

– Tener rutinas saludables de deporte y alimentación.

–  Dedicar tiempo al ocio y aficiones.

– Rodearse de una red social amplia.

– Participar en la vida comunitaria.

– Desarrollo de la emocionalidad y estrategias de afrontamiento.

– Adherencia al tratamiento de cualquier enfermedad diagnosticada.

– Entrenamiento Cognitivo, poner a caminar el cerebro .

Esta visión del envejecimiento, no sólo nos dotará de una mayor calidad de vida, además alargará la misma y actuará como factor de protección ante demencias y otras enfermedades asociadas a la vejez.

No te pongas mas excusas, no hay mayor límite que tu mismo y ATRÉVETE a vivir!

 

María Jesús Carbonell

Realidad

Tras mucho tiempo siendo una idea HOY lo hacemos realidad. Entusiasmada con este pequeño proyecto, este espacio dedicado al bienestar, a la Psicología desde mi perspectiva. Les invito a debatir, compartir, a crear un lugar de inquietudes y respuestas, de oportunidades para enriquecernos. Trataré de haceros, reír, llorar, reflexionar, gritar… SENTIR

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